lunedì 20 luglio 2009

Il G8 visto dall'Ecuador

ricevo e pubblico volentieri, da Mauro Cerbino, editorialista de El Telegrafo...


Las ruinas del G8
Mauro Cerbino

mcerbino@telegrafo.com.ec

Acabamos de asistir a un capítulo más de la "saga" del G8. Desde 1975, el restringido grupo de países más ricos del mundo se reúne para discutir y aprobar decisiones que han servido para proyectarlo como el motor de un sistema global de Gobernanza. Se empezó con un selecto G5 compuesto por Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Japón al que se han sumado Italia, Canadá y últimamente Rusia. Este grupo exclusivo (y excluyente) de países pretende establecer su legitimidad mundial basándose en la riqueza producida y también en una supuesta supremacía de lógicas de "occidente" sobre el resto del mundo, sabiendo que Japón y Rusia se alinean claramente con esas lógicas.
Sin embargo el club ha tenido que ir abriendo paulatinamente su membrecía a otros países. En primer lugar porque ha visto como iba disminuyendo el monto de su riqueza en relación al resto del mundo, y por otro lado por la necesidad de incluir países que representen a otras geografías como es el caso de Brasil por América Latina o de Egipto por África. El club requiere de nuevos adeptos para reacomodarse económica y políticamente no para democratizarse. Los añadidos que configuran la serie matemática de G5+1+1+1+5+7 para llegar a un G20, parece ser uno de aquellos juegos como el Risk en el que de lo que se trata es de sumar países (y ejércitos) para conquistar el mundo.
Agudos analistas como Francesco Martone, ex senador italiano y especialista en relaciones internacionales, indican que tales prácticas, lejos de significar una voluntad por fijar nuevas reglas más equitativas de Gobernanza mundial, conducen de hecho a un debilitamiento ulterior del multilateralismo y especialmente de la ONU.
El club se va configurando así por medio de "geometrías variables", las cuales siendo informales y no sostenidas en instituciones, hacen que el cumplimiento de las decisiones y los compromisos que se toman estén supeditados a la "buena voluntad" de cada miembro. El resultado es conocido: los compromisos como la lucha a la pobreza o el incremento financiero a la cooperación al desarrollo siempre se quedan en carpeta.

Sería interesante que los astutos diplomáticos del club puedan convencer a sus jefes de gobierno de cómo concebir una geometría no euclidiana, que sepa reflexionar sobre las asimetrías y las topologías complejas que la humanidad presenta.
Entre los escombros de L´Aquila, ciudad devastada por el terremoto, Berlusconi ha organizado este G8. Pudo haber sido un modo para llamar la atención mundial sobre este drama y recibir apoyo, y también su astucia pudo haberlo llevado a concebir a ese lugar como el más idóneo para desactivar cualquier protesta de los movimientos altermundialistas, aquellos que hace ocho años han sido víctimas en Génova de la brutal represión de parte de este mismo gobierno. Lo que es cierto es que nunca un lugar fue más apropiado que éste para el show mediático de un club, cuya estructura concéntrica y aparentemente sólida, en mucho se parece a la fragilidad de las paredes de las casas construidas con arena gracias a la corrupción y al degrado imperante en Italia.

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